Estamos a semanas de terminar el año y la pandemia sigue entre nosotros, los índices de contagiados se mantienen y la suerte está echada al cuidado personal, sin políticas sanitarias claras y efectivas, con cuarentenas y fiscalizaciones a medias, con políticas sociales insuficientes debiendo, por ejemplo, recurrir a los fondos previsionales de las propias personas, con trabajadores/as que han debido retomar sus labores presenciales, donde las actividades culturales no se han retomado pero si el Gobierno promociona vacaciones para la tercera edad; indicaciones contradictorias y confusas por parte de las autoridades, provocando en la ciudadanía una falsa seguridad que puede ser muy peligrosa.

Las y los funcionarios de la salud han vivido casi 10 meses de mucho temor y sobrexigencia, donde la política pública estuvo centrada en compra de ventiladores mecánicos como la gran solución a esta crisis sanitaria que veíamos venir desde el otro lado del mundo y que ya está de más señalar que no se tomaron las medidas para evitar la cantidad de contagiados, fallecidos y la debacle económica y social que esta pandemia conlleva.

Expertos ya anuncian un segundo rebrote, anuncio al que se sumó el propio Ministro de Salud, traspasándole la responsabilidad a las personas y continuando con un accionar pasivo, sin tomar medidas que eviten un escenario parecido a la de los meses de mayo y junio, con baja o casi nula incidencia de esta autoridad sanitaria en las decisiones de Gobierno, no solo en lo hospitalario, sino en la prevención, la movilidad de las personas, acceso en las fronteras, etc.

Como trabajadores/as de la salud podemos dar fe como, inclusive  estamos en un peor escenario para enfrentar un pronto rebrote, pues los hospitales hoy se encuentran con equipos humanos desgastados, sin los descansos necesarios y que más aun han debido salir a las calles para pedir en vez de aplausos sus derechos, no olvidando a los compañeros y compañeras que han fallecido producto de este virus o que han visto perjudicada su salud ya sea por el Covid-19 o por otras enfermedades relacionadas con la recarga y estrés laboral.

Nos sorprende que pese al tiempo transcurrido en pandemia y a los pronósticos de lo que se viene, las autoridades de nuestro país siguen en un camino errático, sin conexión con las verdaderas necesidades. Solo para ejemplificar esto hay que mirar el presupuesto asignado para el sector salud para el año 2021, que además de no aumentar, no considera la pandemia con financiamiento adicional. En cuanto al recurso humano en los centros hospitalarios, vemos como se han desvinculados a trabajadores/as a honorarios como si la crisis sanitaria ya hubiese concluido, lo que claramente indica un desconocimiento y descriterio ante lo evidente.  

Lamentamos que este Gobierno y sus autoridades no hayan comprendido que debían cuidar al personal de salud, pues esta pandemia al parecer no logró hacer entender la importancia de contar con un sistema asistencial sólido, protegido y con las condiciones necesarias para entregar la atención que todo chileno y chilena merece y que no solo la hospitalización y la adquisición de ventiladores mecánicos son la solución, sino que es una problemática sanitaria macro y que se debe inyectar recursos adicionales, profundizando en las desigualdades existentes en nuestra sociedad, donde los más vulnerables siempre serán los más expuestos y perjudicados.