Columna de
Sandra Olivares Camus
Presidenta FEDEPRUS Metropolitana
El patio interior del Hospital Sótero de Río fue el escenario escogido para que como Federación Democrática de Profesionales de la Salud de la Región Metropolitana conmemoráramos una vez más el Dia Internacional de los Derechos Humanos. En este acto tan significativo para los tiempos que corren en nuestro país, además de nuestro Gremio estuvieron presentes los Rescatistas Voluntarios: Víctor Soto y Felipe Sotelo, la Brigada de DDHH Provincia Cordillera: Moira Riquelme, Yohana Pacheco y Paula Ocares y representantes de los Usuarios de Salud, Ricardo Klapp de PRAIS y Claudio Nuñez.
Si hacemos un poco de historia, setenta y dos años atrás, tres años después del fin de la guerra que mató entre 50 y 60 millones de seres humanos, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, desde entonces en este día se conmemora el Día Internacional de los Derechos Humanos y una vez más rememoramos su sentido y su esencia.
Hoy, setenta y dos años más tarde de dicha declaración, la cuestión del respeto al otro, como un legítimo otro, sigue en entredicho. Muchos cuestionan la utilización de los derechos humanos desde la carencia de la legitimidad. Olvidan que estos rasgos son inherentes a nuestra especie, como una forma de mantener nuestra civilidad, nuestra convivencia, la relación del Estado con los ciudadanos, olvidan que la propia existencia de la declaración ha salvado millones de vidas en el mundo, olvidan que, gracias a esta declaración, las dictaduras nos parecen nefastas para el desarrollo de las sociedades y que las más iguales son las que mejor propician el desarrollo de las personas.
Desde el 18 de octubre de 2019, muchas organizaciones hemos denunciado, con dolor, la vulneración y atropello a los derechos humanos que existe en nuestro país, donde todos y todas hemos nacido libres, pero no somos tratados de la misma manera. Nuestra sociedad, donde el dinero sigue siendo un elemento discriminador incluso a la hora de recibir una justa sanción, o un trato digno en la atención de salud, que es nuestra área, por ejemplo.
La propia declaración consagra el derecho a la vida, y a vivirla en libertad y en seguridad. ¿Cómo le explicamos a Fabiola Campillay o a Gustavo Gatica la profundidad de la esencia de estos principios? ¿O a las más de 2500 víctimas de lesiones y las familias de los 25 muertos en el estallido social? No tenemos palabras, solo el sobrecogernos y el no claudicar en nuestra lucha de que Chile sea un país más justo desde todo ámbito.
El quinto punto de la declaración menciona que nadie tiene ningún derecho a dañarnos o torturarnos, sin embargo, vemos a diario que agentes del Estado producen lesiones, quemaduras a través de acciones concertadas y planificadas de represión de la manifestación social. Somos personas, merecemos un trato igual ante la ley, y es ese motivo el que nos mueve.
Creo que el espíritu de la declaración que hoy ya pinta varias canas, está en el centro de lo que la ciudadanía ha exigido en calles, avenidas, plazas y parques. Está en el rechinar de cacerolas, en millones de posteos en redes sociales. Merecemos un trato digno, merecemos vivir en un lugar seguro para nosotros y nuestras familias, y donde la expectativa de tranquilidad esté en el horizonte de nuestra relación con el Estado. Hoy esto no ocurre, lo vemos a diario en la salud pública que ha mostrado su mejor y su peor cara durante la pandemia, por un lado, funcionarios/as comprometidos con la causa, con más de 35 mil afectados por el COVID 19, con más de 30 fallecidos, pero que trabajan sin los recursos necesarios, con un Estado que hace solo lo justo, no lo necesario.
Para que hablar de la conducción de la pandemia por parte de este Gobierno, donde las autoridades están cuestionadas por el manejo y ocultamiento de fallecidos, chilenos/as que fallecieron en sus casas, pacientes que esperaron ser atendidos en carpas, en espera por ambulancias por horas para lograr ingresar a un hospital, cuerpos de fallecidos que terminaron en el suelo, todo esto afectando gravemente los derechos fundamentales de todas y todos y la brecha importante que tenemos para lograr dignidad en la vida y en la muerte.
Clamamos, exigimos que la construcción de nuestra nueva carta fundamental esté basada en el sentido ético que impuso la Declaración de los Derechos Humanos que hoy conmemoramos y que el Estado situe en el centro de su acción el bienestar de las personas como su misión número uno.
En esta conmemoración saludamos a todos las y los funcionarios de salud, especialmente a las y los socias/os de Fedeprus Metropolitana porque este año han dignificado el sector y se demostró su gran compromiso con la salud pública de Chile.