El pasado viernes 26 de noviembre y en el marco de la Conmemoración del Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer, se llevó a cabo un interesante Conversatorio relacionado a este fenómeno global que también se vive en el contexto laboral. En la ocasión, contamos con la exposición de la antropóloga, Francisca Fernández Droguett, Doctora en Estudios Americanos, mención Pensamiento y Cultural, Instituto de Estudios Avanzados IDEA, Universidad de Santiago de Chile, Postdoctorante, Programa Psicología Social de la Memoria, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, entre muchas otras acciones y trabajos desarrollados.

La iniciativa, que se realizó vía telemática y con la participación de dirigentes/as y socias/os de FEDEPRUS Metropolitana, fue organizada por Sergio Lizana, miembro del Directorio de la federación y encargado el área de Igualdad de Oportunidades, quien da inicio a esta actividad haciendo una reseña del tema , indicando que la Asamblea General de las Naciones Unidas definió la violencia contra la mujer como “todo acto basado en la pertenencia al sexo femenino que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”,

En este contexto, Francisca Fernández comenta que este flagelo que se ha mantenido en el tiempo se visualiza como “violencia estructural”, pues las niñas y mujeres han ocupado un lugar de opresión histórica en un marco global, ejercido por el Estado, por los organismos, así como también lo ejercen las propias personas. Esta violencia estructural se intensifica en cuerpos femenizados, precarizados y racializados y se fundamenta en tres ejes: capitalismo, colonialismo y patriarcado, enfatiza Fernández.

Esta se despliega en distintas formas y si bien la violencia física y psicológica son las que más conocemos, queda claro que existen muchos otros tipos de violencia hacia las mujeres y las disidencias, por ejemplo, la violencia simbólica, la económica, la sexual y sin duda la patriarcal, todas estas esferas en su conjunto, han ido mermando los derechos de igualdad de las mujeres y componiendo esta gran violencia estructural, que además es cotidiana y se representa en el machismo.

Otra dimensión que surge es la que tiene que ver con la precarización de la vida de las mujeres, quienes son más vulnerables, ganan menos en una relación laboral igual, están vinculadas a la mantención de los quehaceres del hogar como de la crianza que sin duda no es reconocido como trabajo. “Criar, cuidar también es trabajar”, slogan que nace en la Red de la no Violencia contra las Mujeres que usa Fernández para expresar la invisibilización de los roles múltiples de las mujeres que terminan empobreciendo la vida femenina sin dejar de lado el alto porcentaje de hogares encabezados solo por mujeres.

Fernández señala que “nos matan por ser mujeres y nos precarizan por el solo hecho de ser mujeres…. el ser mujer te condiciona a una estructura de opresión, pero también habrá mujeres en sus roles de poder que podrán reproducir estas escalas de opresión” (mujer con poder que oprimen a su mismo género)

 La precarización de la mujer también tiene que ver con perpetuar ciertos roles en las mujeres, hoy en día en tiempos de campaña presidencial vemos con preocupación que existe la idea de darle fin al Ministerio de la Mujer y pasarlo a una institución de la familia, esto es darle la obligatoriedad de la maternidad como condición a la mujer y esto no puede ser lo que defina a las mujeres, el Estado no puede diseñar una política pública reforzando un rol que además es un estereotipo, las políticas sociales se deben diseñar para la tranversalidad de todas las versiones de personas y no caer en estereotipos y prejuicios.

La antropóloga también abordó la violencia en el espacio laboral, pues podemos darnos cuenta que para la mujer no es solo el trabajo remunerado, sino que es toda acción creativa que permite sostener la vida, por eso cuidar y criar también es trabajar, pero este trabajo no remunerado en esta violencia estructural es vista como “no trabajo”. Además, tenemos la desigualdad salarial entre hombres y mujeres por un mismo trabajo que claramente se enmarca dentro de la violencia. Como dato el 70% de las mujeres viven esta diferencia. Otra muestra clara de desigualdad en el ámbito laboral y es lo que se produce en ciertas luchas sinidicales donde el objeto de movilización son las mujeres, pero la negociación con el empresariado lo llevan los hombres.

Por otra parte, tenemos la “disputa por el tiempo” lo que genera una nueva condición de precarización para las mujeres “estas son pobres de tiempo”, la especialista señala que “las mujeres se deben dividir entre trabajo remunerado y trabajo no remunerado y en ambos espacios somos altamente explotadas con una carga global de los cuidados, las mujeres triplican en tiempo a los varones en cuidados y quehaceres del hogar lo que significa triplicación de jornada laboral”.

Para esta antropóloga es importante no dejar de mencionar además el acoso sexual y laboral como parte de esta violencia estructurada que perjudica a las mujeres y que sin duda termina por precarizar aún más la vida de las mujeres que se ven desbordadas por todo lo anteriormente señalado.

Son todas estas aristas con las que hay que combatir y desde el rol de FEDEPRUS Metropolitana, lo que se busca es ir poniendo estos temas de desigualdad de género en la mesa, siendo el  motor principal de las negociaciones sindical, más aun cuando en el ámbito de la salud el 80% son mujeres trabajadoras, como también continuarán en las senda de estos espacios de conversación como manera de visibilizar esta problemática y dejar de naturalizar situaciones que se enmarcan en la violencia de género.